El exarquero de San Lorenzo, hoy en Rayo Vallecano, se confiesa en Goal en una entrevista atípicamente profunda. «Hoy el futbolista es la estrella de rock de los ’60», dice.
Llegábamos avisados. Cristian Álvarez (13 de noviembre de 1985, Argentina) no es el clásico entrevistado que contesta con tópicos del fútbol. Y no estaba previsto, pero entre el partido ante el Real Madrid, ante el Celta, y su regreso tras la lesión de Toño, se colaron casi sin querer cuestiones más humanas que profesionales. Al hablar de su entrenador, Paco Jémez, y de sí mismo. Tenían razón. Cristian Álvarez no es un futbolista del montón. Eficiente sobre el césped, y cercano, natural y reflexivo fuera del mismo, el arquero del Rayo Vallecano se abre en Goal para hablar no sólo de fútbol, sino también de una forma de entender la profesión y la vida.
Después de regresar al arco ante el Real Madrid, ¿te quedarás ya como titular?
“Eso hay que preguntárselo al míster. No sé… trabajo a diario para hacerlo. Ojalá pueda lograrlo”.
¡Qué ironía! Era titular y entró Toño por una lesión tuya, y ahora entrás vos de nuevo por otra lesión de Toño. Al final ‘viven’ de las lesiones…
“¡Sí! De las lesiones, y de encontrarnos bien físicamente. Es un puesto muy particular. Sólo hay uno, y es difícil que se den rotaciones. Siempre hay uno que es titular. Y es muy difícil jugar cuando eres suplente. Si te lesionas y pierdes el sitio, y el equipo entra en buena dinámica, aunque el portero no haya sido decisivo, el entrenador ya ahí no te saca más. Es delicado”.
Lo de rotar a los arqueros no va mucho con vos, entonces…
“Se podría dar la situación. Pero creo que es más perjudicial que beneficioso. El arquero es más delicado, tiene que ir ganando confianza, seguridad, los compañeros también tienen que ganar seguridad con él…”.
«Se da la circunstancia de que hay muchos arqueros muy buenos lesionados: Víctor Valdés, Pepe Reina… También has sufrido varias lesiones, ¿cómo lo pasa un arquero en esas circunstancias?
“Se pasa mal. Sobre todo, cuando eres el titular. Sales, dejas la portería, ves que la vida sigue, que el equipo va hasta bien y, obviamente, sufres. Pero el futbolista convive con ello. Ojalá que nunca nadie tuviera lesiones”.
Le jugaron al Real Madrid de igual a igual. ¿Crees que este Rayo Vallecano de Paco Jémez tiene un punto de suicida, vos que sos arquero y sufrís más que nadie esas pérdidas de balón por querer tocar siempre, y esas defensas adelantadas ocasionales?
“Es una cuestión de filosofía de una persona. Yo la comparto bastante. Si bien como ser humano puedes encontrar diferencias, pero en general a mí me gusta. Es valiente. ¿Por qué no? Si somos once con brazos, con piernas… ¿por qué no vamos a hacer un buen partido? Prefiero perder así, si tengo que perder. Además, ir a cuidarte tampoco te garantiza nada. Si vienes trabajando igual siempre, no encuentro lógico el cambiar porque enfrente tengas a un equipo superior. Lo veo honesto. Después encuentras diferencias, o hay momentos en los partidos que ‘buf’… ¡pero es que es lindo! ¡Es adrenalina! A mí me gusta”.
¿Cómo es el trabajo con Paco Jémez en el día a día?
“Es intenso. Mucho. Que alguien te genere cosas en tu interior, ya sean buenas o malas, es una persona muy válida. Lo que sea. Que te dispare el odio, el orgullo, el amor… Me gustan personas así que me generan cualquier sensación. Después puedes estar de acuerdo o no. Yo no lo estoy en un montón de cosas con un montón de gente, pero ya que te mueva cosas, incluso rechazo, es positivo. Te deja huella. Para cualquiera, y más para un líder de un grupo”.
¿Esa honestidad de la que hablabas antes a la hora de preparar todos los partidos igual acaba sirviendo para ganarse al vestuario?
“Sí. Y puedes estar de acuerdo o no. No van a estar de acuerdo nunca veinte personas. No lo están dos siquiera. Pero al final es así”.
¿Paco Jémez tiene un aire a Marcelo Bielsa?
“Hay una gran camada de entrenadores jóvenes que son de líneas parecidas a Bielsa. Yo estuve con Mauricio Pochettino también, por ejemplo. Puede ser. Tiene similitudes, desde luego. Por esa forma obsesiva de preparar los partidos, muy matemática en muchos aspectos, sobre todo en la presión, en plantear el terreno de juego como un tablero de ajedrez. En eso sí se parecen. Luego ya no sé si estará directamente influenciado por él, o no”.
Después de tres meses en el Rayo Vallecano se te nota cómodo aquí. ¿Te integraste bien?
“¡Sí! Mucho. Y me siento confiado, contento de poder estar jugando. Siento que mi forma de ser acopla bastante con el club. Se agradece mucho”.
Salís un poco del prototipo de jugador actual. Viajás en Metro al estadio en lugar de tener un cochazo, hablás de los sentimientos que le puede generar el entrenador…
“Sí, puede ser. El prototipo del jugador de fútbol en el año 2014 está muy lejos de lo que soy yo. Le doy mucha normalidad, por ejemplo, al hecho de venir en Metro. Puedo hacerlo. No soy una personalidad conocida, ni famosa. Me lo tomo con naturalidad. Entiendo que choque un poco, pero ahí está el error: quiere decir que hay algo que no está funcionando. Somos seres humanos, personas, nos vamos a morir como todo el mundo. Hubo un momento en mi vida que sí decidí bajarme del circo que rodea a un futbolista, me di cuenta que eso no era verdad. Empecé a tomarme las cosas de otra manera. Y también tuve mi cochazo, viví en un piso de puta madre, estuve con mujeres espectaculares, pero al final eso a mí no me sirvió. A otros a lo mejor, sí. Estoy buscando mi camino y mi felicidad, que todavía no la encontré. El fútbol nos llevó a un estatus en el que los futbolistas son como las estrellas del rock de los 60. A lo mejor dentro de 100 años otra cosa tomará el poder, pero hoy por hoy es así. También al futbolista lo llevan a eso. No debe ser fácil tampoco para Cristiano Ronaldo, para jugadores del Madrid o del Barcelona, que son chicos de la calle, son pibes de barrio, gente humilde, pero a los que el sistema les marca también”.
¿Está indignado con el fútbol?
“¡No! La indignación ya la estoy superando porque lo único que me estaba generando eran problemas a mí. Yo no me siento identificado en nada con el caso de Javi Poves por ejemplo, que tenía muy marcada su ideología política, y yo no me considero ni político ni radical. Trato de encontrar el medio de todas las cosas. Tampoco creo en la ‘ideología’, creo que es un invento más del humano, una ilusión… Simplemente trato de ser natural. Soy consciente de lo que soy, de la nada que significamos en el universo y nada más. Intentar acercarme lo más posible a la esencia de las cosas, y no soy un filósofo, ni poeta, ni predicador, ni visionario, ni intelectual… El día que deje el fútbol, que todavía no he pensado cómo será, lo haré sin estar peleado con nadie. No desde un sentimiento de indignación. Son un error las decisiones que tomas desde un sentimiento negativo”.
Ya por último. Fuera del césped, en un bar, ¿de qué podríamos hablar con Cristian Álvarez?
“De todo. Últimamente poco, eso sí. Me estoy dando cuenta de que hablo poco últimamente, miro a las palabras con desconfianza. Pero podemos hablar de todo, de literatura, de música… no de un tema concreto. Tampoco soy un intelectual, ¡ni mucho menos!”.