El arquero de la Selección contó que finalizado el partido hace un análisis de lo que tiene para corregir.
Aunque apenas tiene 16 partidos en la Selección, Dibu Martínez es un referente de la Scaloneta. En la Copa América se terminó ganando un lugar que buscó desde siempre. Y que quiere conservar por mucho tiempo. Es lo que explicó en la previa a la Finalissima ante Italia.
«Es muy ingrato el arco de la Selección. Hubo muchos cambios, como lo que pasó con Willy en el Mundial. Yo tomo las buenas y las malas. Sabía lo que generaba el arco de la Selección. Pero me estuve preparando diez años para esto. Jugué en Juveniles, en Europa toda la vida, nací en la Argentina. Sabía que la Selección no me iba a pesar, desde el primer día. Por eso cuando empecé era como si hubiera jugado desde siempre. Trabaje para esto. Soy un enfermo en crecer. Soy detallista. Cuando termino el arco en cero, al otro día me fijo qué hice mal», contó en declaraciones a IP.
Dibu recordó cómo empezó todo: «Jugaba de 9, mucho futsal desde chico. Por eso me siento cómodo jugando con los pies. Me gustaba tirarme. Mi hermano, tres años más grande que yo, era delantero y me decía: ‘Nene, andá al arco’. Con tal de ganarle, con lo competitivo que soy, me apasioné. Me gustó porque me tiraba. Le jugaba de arco a arco y le ganaba. Siempre pateaba fuerte. Me empecé a ilusionar, a amar la pasión, y creo que es lo que me lleva adelante hoy en día: amo lo que hago»
Para el arquero de la Selección, los primeros años y las infancias marcaron a los jugadores de la Scaloneta: «Entrenaba en un parque, ponía dos palos como arcos. Son cosas que no se olvidan. Cuando llevo a mi hijo a ver dónde jugaba, es un orgullo. Los pibes de la Selección vinimos de un lugar bajo y hoy día muchos son estrellas mundiales. Siempre te queda adentro el hambre y las ganas de cuando eras chico».
Dibu es consciente de lo que está generando en los hinchas: «Fui a Mar del Plata hace poco y a Buenos Aires, y realmente me di cuento lo que siente el hincha desde afuera. Fui a ver a la Selección con Venezuela en la tribuna y me contagiaban para cantar como uno más. Es algo único, es algo que siempre soñé. Trabajé para eso. Siempre confié que lo podía hacer».
Y pese a su experiencia, Martínez recordó la adrenalina que sintió en su primer partido en el país: «Con Uruguay tenía mariposas en la panza. Chuchos de frío cuando salía a correr, porque era la primera vez que jugábamos con público en la Argentina. Después de 10 años que me había ido a Inglaterra, tener a mi familia en la tribuna era especial. Tengo una personalidad por la cual cuando empieza el partido me olvido de todo, no pienso en nadie, no quiero impresionar».