Su camiseta sale a la par de la de Messi. En plena «Dibumanía» las búsquedas en Mercado Libre crecieron un 1000 por ciento. Y este año la Argentina proyecta vender 110 mil guantes de arquero. El fenómeno en las escuelitas de fútbol.
No gozaron de buena reputación los arqueros a lo largo de la historia. ¿Será el puesto más ingrato del fútbol? “El gordito al arco”, fue el lugar común que se usaba para hostigarlos en las décadas del 70 y 80. El imaginario colectivo del siglo pasado decía que tenían “los pies redondos”, aunque en el “pan y queso” del potrero cotizaba tener a alguien que se ofreciera para ir bajo los tres palos. Fundamentalmente porque nadie quería ir al arco. Maradona tenía una frase que dejaba en claro lo que pensaba de los que habían elegido ese rol dentro del campo: “Qué querés, si es arquero”, decía el Diego y no necesitaba agregar nada más.
Cuando arrancó eso que consideramos como “el fútbol moderno”, allá por 1863, no es que se lo ninguneaba, el arquero ni siquiera existía. Literal. El puesto se inventó ocho años más tarde pero con una particularidad: el tipo que se vestía distinto a sus compañeros (“el bicho raro del equipo”) podía agarrar la pelota con la mano en cualquier lugar del campo de juego. Al año, esa licencia se acotó hasta la mitad de la cancha. Y recién en 1912 la ventaja del guardameta se redujo al rectángulo (de 40 metros con treinta centímetros por dieciséis y medio) que conocemos como el área grande.
Los arqueros (casi) nunca fueron figuras en los Mundiales. Incluso, podría decirse que la primera víctima de una Copa del Mundo fue Moacir Barbosa Nascimento… un arquero. Se trata del carioca que sufrió el gol en el Maracanazo de 1950, un estigma que lo acompañó y lo llevó a vivir escondido por el resto de sus días: “En Brasil, la pena mayor por un crimen es de 30 años. Yo hace 43 que pago por uno que no cometí”, penaba en vida el pobre de Barbosa. “Y qué querés, si era arquero”.
Recién en Corea-Japón 2002 el alemán Oliver Kahn fue elegido oficialmente como el MVP de la Copa del Mundo que ganó Brasil. Pero quedó una sensación agridulce, como si en la competencia nipona hubiera faltado una figura de verdad. De alguna manera, 131 años después de su aparición en el fútbol, el puesto del arquero seguía siendo ninguneado.
Y eso que desde Uruguay 1930 habían pasado verdaderos monstruos del puesto por los Mundiales: el ruso Lev Yashin, la Araña Negra de los “ocho brazos, Gordon Banks, el británico de la histórica atajada al cabezazo de sobrepique de Pelé del Mundial del 70; Fillol y sus tapadas a Holanda en la final del 78…
Pero Qatar 2022 derribó un muro tan grande como el de Berlín: el arquero dejó de ser el convidado de piedra de las grandes citas. Y el responsable fue nada menos que Emiliano Dibu Martínez, el campeón del mundo con la Scaloneta.
Hay que ver cuándo nace la bestia: “Mirá que te como hermano”, parece la génesis de todo. El huevo de la serpiente que se rompió con el bailecito que ahora imitan miles de pibes ocurrió antes de Qatar, en la Copa América de Brasil 2021. Ahí está la punta de una flecha que no torció su rumbo y dio en el blanco en la reunión ecuménica más importante de todas: los penales frente a Holanda, la tapada épica a Kolo Muani en la final de Qatar y la consagración absoluta en la definición del Mundial 2022.
El mar cambia. Y, este verano, las playas argentinas se minaron de camisetas con el número 23 (que ya no es sólo de Jordan) en la espalda: la casaca de Dibu peleó (y pelea) palo y palo con la de Messi y Di María. También se puede apreciar en la vía pública y en las ventas de las casas deportivas. Lo mismo si vamos por las escuelitas de fútbol de todo el país.
“Antes teníamos uno que quería ir al arco cada 20 o 30 chicos y ahora ese porcentaje subió muchísimo”, nos dice Lucas Beherens, entrenador de arqueros de las inferiores de Independiente de Avellaneda, nada menos que el club en el que nació futbolísticamente el marplatense: «El efecto Dibu es notable, a nosotros nos cambió la vida y el trabajo: ahora los pibes quieren atajar», ratifica.
Adidas tardó en traer los buzos oficiales, pero la demanda fue tran grande que las réplicas salieron como pan caliente. Hoy, en junio de 2023, la camiseta más buscada en la feria de La Salada sigue siendo la de Emiliano Martínez. “Después del partido con Holanda del Mundial, me llegaron 200 camisetas de Dibu… ¡se vendieron en tres horas!”, le cuenta a Clarín Marcelo Andino, uno de los comerciantes que tiene su tienda deportiva en la popular feria de Lomas de Zamora.
“Hacé este número: el 19 de diciembre cuando se reunieron cinco millones de personas a las calles para celebrar el título de la Selección, el 90 por ciento de las camisetas que había en la 9 de Julio eran réplicas”, grafica Andino.
La Dibumanía se refleja en la producción y la venta de indumentaria para arqueros. “Este año, la Argentina tiene proyectado vender unos 110.000 guantes de arquero”, le cuenta a Clarín Jorge Monastirsky, el dueño de la fábrica Reusch.
El cóctel Dibu armó una molotov que explotó hacia todos lados. Desde Mercado Libre nos cuentan que entre el 1 de noviembre y el 31 de diciembre de 2022, en plena fiebre del Mundial de Qatar, las búsquedas relacionadas a la posición de arquero («Dibu Martínez», «guantes de arquero», «camiseta de arquero») crecieron un 1000 por ciento.
El dato: nuestro país es el segundo que más guantes vende en el mundo. Por encima de Brasil, una nación recontra futbolera y que cuenta con una población cuatro veces mayor. En las casas deportivas hay faltantes de guantes para niños. Y la búsqueda del producto en ML permaneció en el Top 20 en la categoría «Deportes y Fitness».
También marcó tendencia. Los pibes se pintaron la bandera argentina en el pelo siguiendo el corte del nuevo héroe de la Selección Argentina y, como nunca, ahora quieren seguir sus pasos y eligen el arco a la hora de iniciarse en el fútbol. Clarín visitó decenas de clubes y escuelitas para certificarlo. Ahora, los buzos de arquero salen como pan caliente. Lo mismo que los guantes y toda la indumentaria para el arco.
El Dibu encabezó una revolución. La «Revolución Dibu» es la revancha del arquero.
El hombre que más conoce a Dibu: «Hasta a mí me sorprendió»
“Lo siento pero te como, hermano”, le dijo a Davidson Sánchez. “Te gusta cargar a vos… Te estás riendo pero estás nervioso… Yo te conozco a vos, te gusta ser canchero. Mirá que si me la cruzás te la tapo, eh. Mirá que te como hermano, ¡mirá que te como…!”, y el saltito con movimiento explícito de pelvis, tras deglutir a Yerri Mina. El guante al Mejor Arquero de Qatar 2022 como extensión de su cuerpo… No caben dudas de que el show y el carisma aportaron a la locura que generó Emiliano Martínez, pero las atajadas históricas son las que sostuvieron al personaje. O qué hubiera sido de Dennis Rodman sin sus 11.954 rebotes.
Si una revolución cambia el orden de las cosas de forma abrupta, el portero campeón con la Scaloneta generó una verdadera revuelta. Para muestra sirve un botón: tras aquel juego psicológico demoledor que lo convirtió en un gigante frente a los pateadores en la Copa América de Brasil y en Qatar 2023, la FIFA puso en marcha la regla “Anti Dibu Martínez”. Su trash talk ya no estará permitido, pero quién le quita lo atajado.
Vale decir que aquella situación sorprendió a propios extraños. A los millones de espectadores que lo veían por televisión y lo iban descubriendo. Y hasta al hombre que más lo conoce, su mentor. Quien lo ayudó a forjar sus primeras herramientas como arquero quedó impactado por aquella irrupción feroz en la Copa América de Brasil 2019.
“Sinceramente, a mí me sorprendió cuando vi el trabajo psicológico que hacía sobre los colombianos”, acepta Miguel Angel Santoro, el famoso Pepé. Y queda claro que eso no se lo enseñó él.
“Yo estaba necesitando en esa categoría a un arquero y, no bien llegó, en él vi un buen físico que me entusiasmó. Lo mandé a cambiarse y que se viniera, que iba a trabajar con el grupo. Lo vi atajar y encontré ciertas condiciones que me llamaron la atención”, recuerda Santoro en el predio de Villa Domínico.
“Tenía un físico impresionante. Un biotipo muy buscado para los arqueros. Era medio torpe, un diamante en bruto, había que pulirlo pero te dabas cuenta de lo que tenías enfrente. El primer día decidí ficharlo y que se quedara”, sigue Pepé.
Santoro fue el ladero del Dibu en los momentos más duros de su carrera. Él convenció a sus padres para que lo dejaran mudarse a la pensión de Independiente con 13 años y también fue quien los tranquilizó: “Es un gran esfuerzo, pero valdrá la pena”, les anticipó.
Alberto y Susana aceptaron, pero se gastaron todos los ahorros para comprarse un Volkswagen Gol para viajar los fines de semana desde Mar del Plata a Avellaneda para visitarlo.
Mientras caminamos por las canchas de entrenamiento del predio que tiene Independiente en Villa Domínico, el ex arquero del Rojo en la década del 70 recuerda la actuación descollante que provocó el quiebre temprano en la carrera de Dibu. “Él venía demostrando en las inferiores y lo convocaron al Sudamericano. Ahí la rompió, fue el despegue definitivo. Había unos scouts del Arsenal y no lo dudaron: se lo quisieron llevar ni bien lo vieron”, rememora Pepé que viajó con el arquero a aquel juvenil en Chile.
En aquel Sub-17, la Argentina llegó a la final con Brasil y el campeón se definió en los penales. Como siempre, el Dibu se quedó con dos tiros desde los doce pasos. Y uno de ellos se lo tapó nada menos que al crack que sería vendido al Barcelona por 135 millones de dólares, Philippe Coutinho. El otro duelo que ganó fue frente a Eduardo, más conocido como Dudú, que no tuvo una gran carrera internacional y hoy juega en Palmeiras. Aquella tardenoche chilena, pese a la actuación estelar de Emiliano Martínez, la Selección cayó por 6-5 en una definición para el infarto.
“Finalmente viajamos a Inglaterra para que se probara en el Arsenal. Estuvimos diez días junto al scout del club y al representante que él tenía. Tuvimos que conversar mucho para que se quedara. Es que, si bien él sabía lo que era el sacrificio de estar lejos de su padres, que estaban en Mar del Plata, esto era mudarse a otro país con distintas costumbres, distinto idioma”, sigue Miguel Angel Santoro.
Pepé recuerda las charlas que tenía con Emiliano antes de terminar el día: “A la noche le hablaba mucho. Finalmente lo convencimos para que se quedara. Le dije que, si pensaba que iba a extrañar, se trajera un familiar. Y cuando ese familiar se cansara, que cambiara y viniera otro. Con el tiempo se iba a acostumbrar. Y así fue…”, detalla Pepé bajo el sol de Domínico.
Dibu viajó a Londres en 2012 pero recién pudo debutar en 2014 tras varios préstamos. Son los años en los que el arquero que hoy es sensación desapareció del mapa. Desde entonces, pasó por Sheffield Wednesday, Wolverhampton United, Getafe, Reading y hasta lo prestaron al Oxford United para disputar un partido por el ascenso a la Tercera de Inglaterra.
Finalmente, en 2020, después de mostrar buen nivel en Arsenal pero sin lograr la titularidad, Aston Villa pagó por él más de 20 millones de dólares. La historia de su explosión en la Scaloneta está muy fresca y ya la conocemos.
“Hoy está todo el reconocimiento, la alegría de ser campeón del mundo, pero pensá en la decisión que tuvieron que tomar los padres al dejar ir a ese chico a los doce o trece años que se terminó yendo a vivir a Europa con 17. Hicieron un sacrificio enorme”, analiza el descubridor de Emiliano Martínez. «Por suerte valió la pena», cierra Pepé.
La «Gran Dibu»: del primer guante a la revolución industrial del arquero
En 1974, Guillermo Vilas ganó siete títulos en el circuito profesional de tenis y fue el motor de la mayor transformación que se haya visto en el deporte argentino. Eran otros tiempos, pero sus resultados provocaron una explosión mediática para un deporte que no figuraba entre los preferidos de los argentinos. “Vilas exhibía sus éxitos tenísticos, pero también el carisma suficiente para convertirse en un personaje popular”, detalla el periodista de Clarín, Luis Vinker. Cualquier similitud con el hombre que hoy nos convoca (no) es pura coincidencia.
Casi una década después de la irrupción del Gran Willy, Vinker y Claudio Aisenberg realizaron una investigación donde relevaron que en diez años “la industria del tenis” vivió un impacto vertiginoso. La construcción de canchas había crecido hasta el 1000 por ciento: a esa altura, había 1.200 canchas de tenis nuevas en Capital y Gran Buenos Aires. Las casas de indumentaria líderes vendían unos 4 millones de pares zapatillas de tenis y el consumo de tubos de pelotas llegaba a 750 mil, más de dos millones de pelotitas por año. A esa altura, las ventas de productos de tenis significaban entre el 55 y el 70 por ciento de la facturación de las grandes tiendas deportivas, mientas que antes de Vilas no pasaban el diez.
En 1985, cerca de tres millones de argentinos jugaban al tenis, lo que en ese momento significaba el 10 por ciento de la población.
Por estos días se da un fenómeno parecido pero con el puesto del arquero. Emiliano Martínez hizo explotar un mercado vertiginoso. Ahora, la camiseta número 23 de la Selección le pelea a la 10 de Messi y a la 11 de Di María. El hombre que defiende los tres palos se subió al podio.
Si bien en la Argentina no hubo datos oficiales, Adidas recaudó más de 400 millones de euros con las ventas disparadas por el Mundial Qatar 2022. En ese contexto, tras la final en Doha, llegaron a pedirse unos 500 euros por la camiseta de Messi que inicialmente costaba 125.
La 10 del capitán argentino fue fundamental para engrosar las arcas del gigante alemán, que no llegó a enviar camisetas en tiempo y forma a nuestro país. “Sin embargo, acá, entre los 2 y los 14 años, la camiseta más requerida es la de Dibu”, aportan desde La Salada.
“En el Mundial de Italia 90 se vivió un fenómeno parecido con los penales de Goycochea: vendimos 45.000 pares de guantes en cuatro o cinco días”, nos cuenta Jorge Monastirsky, director y propietario de la fábrica de indumentaria y accesorios para arqueros, Reusch.
Monastirsky nos recibió en sus talleres de Villa Raffo, en el partido de 3 de Febrero, donde se instalaron en 1986.
Ahora mismo, unas veinte personas cortan, unen, cosen y le dan la terminación final a cientos de guantes. Producen entre 4.000 y 6.000 unidades por mes.
Sin exagerar, puede decirse que Monastirsky está en el rubro desde el primer guante de arquero que se usó en la Argentina. “Es que, mi papá hacía los de Amadeo Carrizo y yo mismo se los llevaba”, recuerda Jorge y abre otra historia.
Hasta 1952, los arqueros no usaban guantes. La primera vez fue en Escocia, en un partido entre el Ardrie United y el Celtic. Si se buscan las fotos de la década del 50, en nuestro país se atajaba a mano pelada. El primero en usar guantes en la Argentina fue Carrizo, pero recién en 1957.
“Dino Zoff le regaló a Amadeo un par en un partido entre Argentina e Italia, los trajo a nuestro país y se los dio a mi viejo”, recuerda Monastirsky. En la memoria de Amadeo, el arquero de aquel amistoso fue “un tal Viola”, según le contó a la revista El Gráfico.
Pero la cuestión es que el histórico «1» de River le mostró esos guantes de cabretilla que trajo desde Europa al amigo del barrio que tenía el oficio de artesano guantero. Y ese amigo no era otro que el padre de Monastirsky, que empezó a fabricar unos guantecitos de cuero para el mejor arquero de la Argentina.
¿Cómo fueron esos primeros guantes? “En las palmas de las manos les puso una goma con puntitos que se usaba en las paletas de ping pong para amortiguar el impacto de la pelota y para que hiciera grip”, explica el hombre que siguió con la tradición de su padre y fundó Reusch. Según su relato, así nacieron los primeros guantes de arquero que se usaron profesionalmente en el fútbol argentino. El mítico Amadeo los estrenó en un River-Racing de 1957.
Si bien Reusch no es la marca que usa el campeón del mundo con Selección argentina en Qatar, Monastirsky agarró la tabla y surfeó la ola que provocó el arquero de la Scaloneta.
“Nosotros fabricamos entre cinco y seis mil guantes por mes. La locura y el exitismo que produce un fenómeno como el que se vivió con Dibu nos asegura que todo lo que colocamos en el mercado sea vendido. El fenómeno de Dibu acrecienta la demanda”, explica el presidente y dueño de la fábrica ubicada en el partido de Tres de Febrero.
El efecto Dibu es fundamental para que la crisis que se vive en 2023 no se haya sentido en el rubro. “Todo lo que se produce, se vende”, nos reafirman en la fábrica de Reusch donde ahora vemos que sacan guantes como pan caliente.
Los talleres de Reusch en 3 de Febrero, trabajando a pleno. Foto: Fernando de la Orden
Este año se venderán 110.000 guantes en la Argentina lo que convierte a nuestro país en el segundo con más ventas en todo el mundo, incluso por encima de un mercado gigante como el brasileño, el vecino gigante recontra futbolero y con una población cuatro veces mayor a la de nuestro país que supera los 200 millones.
La secuencia se volvió un loop entre los más chicos. En el Este y el Oeste, en el Norte y en el Sur de la Argentina. Pero también del otro lado del océano. Corre abril. Pasaron unos 120 días de la final del Mundial y un pibe de la Academia del Atlético de Madrid ataja un penal. ¿Cómo festeja? Mueve los hombritos imitando el baile patentado de Emiliano Martínez. «El Dibu me encanta, es la manera de mostrar la alegría», declara el chico español, con la sonrisa inmensa y de aquel lado del mundo.
La secuencia es repetida en toda la Argentina. En marzo se había viralizado el pequeño Gaspar, un nene de 6 que, con atajadas y coreo, hacía el cover perfecto del arquero de la Seleccion. Caminamos la plaza Primero de Agosto de General Belgrano, a 160 kilómetros de la Capital Federal, y Tomás Kohen, hincha de Boca, 5 años, lleva una pelota bajo el brazo (es la de la petrolera nacional) con la camiseta de Dibu. Su papá, Diego Alan, de 43, era arquero, pero el pibe es delantero en la Agrupación Deportiva el Salado (ADES) en su pueblo: «Juega al centro pero entrena con la 23, no se la saca. Atrás de Messi, viene Dibu… le sigue Fideo, ahí nomás», detalla el padre.
Fenómeno repetido hasta el hartazgo. Las nubes le ganan al sol en el entrenamiento del club Ferrocarril Roca de Las Flores, también en el interior de la provincia de Buenos Aires. Son 150 los pibes que arrancan en el Baby y, como dicen en el interior, «hay Dibus pa’ tirar p’arriba». «Lo que pasó con el fenómeno de Dibu Martínez es impresionante. En el Interior siempre tuvimos problemas para conseguir arquero porque los pibes quieren hacer goles. Pero hoy aparecen solos, aparecen los nenes y un montón de nenas. Para nosotros es bárbaro porque antes venían con la de Diego, después la de Bati y ahora la de Messi», cuenta Dardo Pérez, el entrenador de arqueros del club de Las Flores. «Es un fenómeno increíble el que se dio y se sigue dando. El arco dejó de ser un problema», cierra el presidente, Marcelo Abraham.
Un miércoles de otoño, Clarín visitó el Club Juventud de Liniers para ver un entrenamiento de baby fútbol. En el lugar nos cuentan que, de los 6 a los 12 años, cuando los chicos dan sus primeros pasos en el fútbol, hasta no hace mucho los arqueros no abundaban. ¿La fecha del cambio? Seis de julio de 2021, el día del “mirá que te como hermano”.
Poco a poco van llegando los pibes y vemos que se puede formar un equipo entero con la camiseta de Dibu: “No les podemos hacer entender que ataja uno solo. El número 23 empezó a ser un problema. Los chicos se pelean por usarla, pero solo uno lo puede usar”, cuentan en Liniers entre risas.
“Después de los penales ante Colombia, se empezó a generar algo distinto con el puesto del arquero”, analiza Marcelo, el coordinador de Juventud de Liniers.
Esos pibes que inundan las escuelitas con sueños de atajar son los que agotaron los guantes para arquero en las casas de indumentaria deportiva. Los que compraron el buzo de Emiliano por miles durante el Mundial de Qatar. Y los que exigieron «ahora quiero el de las tres estrellas», después de la consagración en Qatar frente a Francia.
“Es terriblemente popular entre los chicos de dos a 14 años. El Dibu revolucionó el puesto. Antes, las camisetas de arquero no se vendían y ahora, en esa franja de edad, la del Dibu es la más vendida, incluso más que la de Messi”, dice Marcelo Andino, en su tienda de La Salada
Un cálculo fácil. En plena “Dibu Manía”, un local de la feria más popular de la Argentina recibía unas doscientas camisetas que se vendían en unas horas del fin de semana. Multiplicando ese número por las veinte tiendas de La Salada, el número asciende a al menos 4 mil camisetas de Dibu que se venden en unas horas del fin semana. “Calculá que en Flores y Floresta tenés otros veinte que recibían y vendían la misma cantidad”, suma Andino.
No costaba nada pasar por Constitución a dialogar con los vendedores de la feria y que nos cuenten cómo fue (y es) el impacto en sus ventas a casi medio año de la obtención de la Copa del Mundo. Los precios, lógicamente, son muchísimos menores que los de las prendas originales. El buzo de arquero ya sea en color rojo o en verde, oscila entre 4000 y 5000 pesos. La otra particularidad es que tiene las tres estrellas bordadas, algo que lógicamente despierta la atención de las personas. “Después de la Messi, la del Dibu es la que más me piden, pero la gran diferencia se da en los talles de niños”, coinciden con sus colegas de La Salada.
Los comerciantes (que prefieren el anonimato) cuentan que, durante el Mundial, era imposible abastecer la demanda. Pero casi seis meses después las ventas no cesan y parece que será muy difícil que lo hagan. “Seguimos vendiendo buzos de arquero, con el nombre del Dibu y algunos sin nombre”.
Como lo fue Vilas en el tenis, Ginóbili en el básquet o Maradona y Messi en el fútbol, el nombre de Emiliano Martínez resulta inspirador para que miles de chicos que arrancan a jugar al fútbol elijan su puesto. El carisma del arquero multiplicado por miles de millones gracias a las redes sociales (solo un video de su tapada a Kolo Muani en YouTube cuenta 2,2 millones de reproducciones: insistimos, uno de los miles que circulan sobre esa situación puntual) crearon una bola de nieve incontenible, que no paró de crecer. “Lo que pasó con los arqueritos y el Dibu es algo que en 20 años en el club nunca lo vi”, jura el coordinador de Juventud de Liniers, que podría ser el profe de casi cualquier club de la Argentina: «Antes nadie quería atajar y ahora nos sobran», repiten al unísono. Es que claro, la Revolución Dibu no tiene precedentes y es la revancha del arquero.
Fuente: www.clarin.com