A través de este escrito trataremos de contestar algunas de las inquietudes de nuestros lectores.
Nos llegaron preguntas en relación a las aptitudes psicofísicas del arquero: ¿lo físico va por un lado y lo psíquico por otro?, ¿un entrenador de arqueros puede trabajar ambas cuestiones, y si puede debe hacerlo tomándolas en conjunto o por separado?.
Pues bien, una de las ideas muy impregnada en las mentes de la personas es producto del legado cartesiano del siglo XIX, la división mente – cuerpo.
Muchas veces tendemos a pensar al individuo como un ser compuesto por partes independientes entre sí, tendemos a caer en ciertos reduccionismos y creemos equivocadamente que la mente va por un lado y lo físico por otro. Pero ¿acaso no es cierto que lo «anímico» (como suelen decir) afecta lo corporal y viceversa?, ¿acaso no es cierto que un equipo con 10 jugadores puede ser sumamente superior a uno con 11?, ¿acaso no es cierto que un arquero «agrandado» las ataja todas?. Bueno aunque parezca de perogrullo decirlo, la mente y el cuerpo van juntos.
Recordando a Napoleón Bonaparte, se dice que este conocía bien a sus guerreros y que se interesaba mucho por ellos, no sólo en lo que se refería a la táctica y estrategia de guerra sino también en lo que concernía a la cuestión familiar, a las relaciones, a las preocupaciones, a los pensamientos, es decir se interesaba por la cuestión psicológica. Lo mismo debe suceder con el entrenador de arqueros para con sus entrenados. Este debe tener en cuenta tanto las características físicas como psicológicas de cada uno de ellos. Además es fundamental que pueda trabajar en conjunto ambas cuestiones. Para esto consideramos que sería de gran ayuda que el entrenador se instruya con un profesional de la Salud Mental en el manejo de ciertas variables psicológicas.
Ahora bien, un hecho llamativo que observamos en el ambiente del fútbol es que muchas veces la llegada o la mera presencia de un entrenador influye notablemente en el ánimo del equipo. Algunos se auto-denominan motivadores.
Queremos expresar que aunque el entrenador lo sepa o no, que aunque diga «a mi no me importa la Psicología», está haciendo uso de ella, y si uno trabaja sobre estas cuestiones psicológicas y las hace concientes habrá posibilidades de manejarse de mejor manera, de enriquecer el trabajo con los jugadores. De esta forma no hay dudas de que el entrenador será un mejor motivador.
Por último nuestros lectores preguntaron si en nuestros escritos podría cambiarse la palabra arquero por jugador. Efectivamente, incluso hasta podríamos cambiar la palabra jugador por entrenador, entrenador por persona. Sin embargo debe reconocerse que el puesto tiene ciertas particularidades, al igual que los arqueros, al igual que los entrenadores, al igual que las personas…
Autor : Alejandro Brain (Psiquiatra)
Co autor: Matías Melecrinis (estudiante de Psicología de la UBA)