El arquero del Tottenham ha ofrecido una extensa entrevista a FIFA.com, en la que habla de su puesto, sus responsabilidades y sus ambiciones.
La selección francesa se ha remodelado varias veces desde el desastre que supuso la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010. Por el banquillo han pasado Laurent Blanc y, luego, Didier Deschamps y, sobre todo, ha habido multitud de cambios, tanto en el eje de la defensa como en el mediocampo o en ataque, en función de las actuaciones, sanciones, lesiones, retiradas o la aparición de nuevos rostros.
Pero Hugo Lloris sigue estando ahí. Es capitán de los Bleus desde noviembre de 2010 y representa, a sus 29 años, la continuidad de la renovación tricolor, materializada en la clasificación para cuartos de final de Brasil 2014. Ahora el equipo se obliga a apuntar más alto, con la UEFA EURO 2016 que disputará en casa.
Hugo, ¿qué le animó a convertirse en guardameta?
Es gracioso, porque se produjo de forma natural, sin haber visto ningún partido ni por televisión ni desde las gradas. Al principio me llamaba más el tenis, y a veces jugábamos en un pequeño campo que había junto a las instalaciones de mi club, con dos cajas a modo de portería. Enseguida me atrajo la idea de ser portero. Y cuando empecé a jugar al fútbol en el club empecé a interesarme de verdad por los guardametas, como Peter Schmeichel, Fabien Barthez u otros. Me atraía el hecho de que fuese un puesto con responsabilidades, que me hacía sentir diferente. No era para distinguirme, sino para servir de algo y ayudar al equipo.
¿Habría podido ser jugador de campo?
La cuestión surgió en un momento dado, a los siete u ocho años, porque tenía ganas de probar otra cosa. Empecé a lanzarme arriba, a jugar de portero adelantado. Jugábamos en campos pequeños, de fútbol siete, y ya intentaba superar por alto al arquero contrario con la zurda en los despejes, salía con el balón en los pies. Por eso, probé el puesto de delantero, y fue una experiencia muy buena. Pero luego, Dominique Baratelli, del OGC Niza, insistió para que volviese al arco al fichar por el club. Yo tenía diez años, y entonces fue cuando empezaron las cosas serias para mí.
¿Cuándo se dio cuenta de que podía convertirse en guardameta profesional?
Siempre intenté compaginar el fútbol con los estudios. Aunque pensase en ello, hasta el bachillerato di prioridad a los estudios. Mi oportunidad llegó en el OGC Niza, a los 18 años, primero en la Copa de la Liga y luego en la Copa de Francia y en la liga. Todo empezó muy rápido y muy pronto, pero ya había madurado bastante y tenía las ideas muy claras.
¿Piensa, como Fabien Barthez, que esta demarcación no se reconoce como es debido?
Puede que en la época de Fabien fuese distinto, pero creo que ahora ya no es así, sobre todo gracias a él, que hizo evolucionar el puesto, porque tocaba mucho el balón. El fútbol moderno es muy exigente para el arquero, al ser el primer encargado de reactivar el juego. Es una responsabilidad que siento en el día a día con el Tottenham, porque tenemos un juego que se construye desde atrás y que evita los balones largos. Eso me exige ser muy rápido en la toma de decisiones y a la hora de asumir riesgos. Hoy en día, un arquero siempre debe tener alma de jugador de campo. Lo piden los entrenadores. Jugamos con once, no con diez. Los guardametas participan en el juego.
¿Y qué porteros actuales le gustan?
Buffon, que es una leyenda viva, un ejemplo de longevidad y regularidad. Ha sabido hacer progresar su juego a lo largo del tiempo. Tiene 38 años y ha conocido a varias generaciones de futbolistas, varios estilos diferentes, y ha pasado por todo eso de una forma brillante. También me gusta mucho David de Gea, excelente en el Manchester United, y, por supuesto, Manuel Neuer y Thibaut Courtois, que no necesitan presentación. Actualmente hay muchos arqueros magníficos, que son buenos ejemplos para las generaciones futuras.
Didier Deschamps fue un capitán emblemático de los Bleus. ¿Se inspira en él para desempeñar su función?
Ahora es el seleccionador, así que no tiene el mismo enfoque, aunque siempre había tenido madera de líder. Pero sí es positivo que uno tome cosas de todo el mundo para trazar su propio camino, del modo que sienta. Deschamps fue un grandísimo capitán, como pudieron serlo Michel Platini y otros antes que él. Son líderes que marcaron su época, y para eso es imprescindible haber ganado títulos con la selección.
¿Usted ya tenía la vocación de ser capitán?
Al principio no. Pero el portero ya es en cierto modo un capitán, debe asumir responsabilidades dentro del área, e incluso en su mitad del campo, donde dirige la línea defensiva. Y si nos fijamos en mi trayectoria, fui capitán en las categorías inferiores, en el Lyon, en el Tottenham, y desde hace un tiempo lo soy en la selección francesa. Debo de tener algo que los entrenadores sienten y aprecian, pero no es algo que yo haya buscado. Hay varios criterios importantes, por supuesto, como la ejemplaridad dentro del terreno de juego y en el rendimiento. Y ahora también tengo la condición de veterano respecto a las jóvenes generaciones, aunque solamente tenga 29 años.
Hay bastantes jugadores que se están incorporando a la selección francesa, sobre todo en ataque, donde no falta calidad. Como veterano, ¿en qué aspectos les insiste a estos nuevos compañeros?
El fútbol y la sociedad cambian, y no tenemos por qué pensar lo mismo de algunas cosas. Cuando yo empecé, no había todas estas redes sociales y lo que las rodea. Las relaciones eran sencillas, cara a cara, en torno a un café o en el restaurante. Entiendo que ahora puedan ser un elemento que forma parte de nuestra vida diaria, pero no deben tener demasiada influencia en las relaciones entre las personas. Hay que tener mucho cuidado, porque todo se refleja en todo tipo de medios. Además de la comunicación, cuando se está en la selección también hay un deber de responsabilidad y de rendimiento. Lo más difícil no es llegar a jugar con los Bleus, sino seguir haciéndolo.
Los Bleus han triunfado en los grandes torneos que han jugado en casa, tanto en 1984 como en 1998. Pero eso no siempre resulta fácil, como vimos con Brasil en 2014. ¿Cree que jugar la UEFA EURO 2016 ante su público representa una ventaja, o implica una presión adicional?
Es evidente que la presión existe, pero hay que transformarla de manera positiva. Para nosotros será un privilegio vestir la camiseta de la selección francesa delante de nuestro público en un gran torneo como la Eurocopa. Es algo grande, intenso, y habrá que aprovecharlo al máximo. Tenemos que divertirnos y que dar diversión al pueblo francés, y alimentar las esperanzas. Contar con el apoyo del público siempre es una ventaja. Yo he vivido varios grandes torneos, en Sudáfrica en 2010, en Ucrania en 2012 y en Brasil en 2014, y siempre sentimos que había algo que faltaba, aunque nos acompañasen algunos hinchas. Ahora habrá algo distinto. El público francés puede ser un gran público. Tenemos que desprender una energía positiva dentro de la cancha.
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